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.Su muerte fue un castigo justo.Dijo Hércules Poirot:—Tiene usted convicciones muy fuertes.La mujercita le miró con aquellos indomables ojos grises.Contestó:—Tengo convicciones muy fuertes en cuanto se refiere a lazos matrimoniales.A menos que éstos sean respetados y sostenidos, un país degenera.La señora Crale era una esposa devota y fiel.El marido la insultó abiertamente, introduciendo a su amante en la casa.Como digo, mereció lo que ocurrió.La aguijoneó mucho más de lo que fuerza humana alguna es capaz de soportar y yo, por mi parte, no la culpo por lo que hizo.Poirot dijo lentamente:—Obró muy mal.eso lo reconozco., pero era un gran artista, no lo olvide.La señorita Williams soltó un ruidoso resoplido:—Sí, sí, ya lo sé.Ésa es la excusa siempre hoy en día.¡Un artista! Una excusa para toda clase de vida licenciosa, borracheras, peleas, infidelidad.¿Y qué clase de artista era el señor Crale, después de todo? Podrá estar de moda admirar sus cuadros unos años.Pero no durará.Pero, ¡si ni siquiera sabía dibujar! ¡Su perspectiva es terrible! Hasta su anatomía era completamente inexacta.Sé algo de lo que me hablo, monsieur Poirot.Estudié pintura una temporada, de niña, en Florencia y, para todo el que conoce y aprecia a los grandes maestros, esos manchones del señor Crale son verdaderamente risibles.Unos cuantos colores salpicados sobre el lienzo.nada de construcción.nada de dibujar cuidadosamente.no —sacudió la cabeza—, no me pida que admire los cuadros del señor Crale.—Dos de ellos se encuentran expuestos en la Galería Tate[3] —recordó Poirot.La señorita Williams soltó un respingo.—Es posible.También hay allí una de las estatuas del señor Epstein, según tengo entendido.Poirot se dio cuenta que, desde el punto de vista de la señorita Williams se había dicho la última palabra.Abandonó el tema del arte.—Preguntó:—¿Estaba usted con la señora Crale cuando halló el cadáver?—Sí; ella y yo bajamos de la casa después de comer.Angela se había dejado el jersey en la playa mientras se bañaba o en el bote.Siempre era muy descuidada con sus cosas.Me separé de la señora Crale a la puerta del jardín de la Batería.Pero me llamó casi inmediatamente.Creo que el señor Crale llevaba muerto más de una hora.Estaba echado en el banco cerca de su caballete.—¿Quedó terriblemente impresionada al hacer el descubrimiento?—¿Qué quiere usted decir, exactamente, con eso, monsieur Poirot?—Le preguntó cuáles fueron sus impresiones por entonces.—Ah, ya.Sí; me pareció completamente aturdida.Me mandó telefonear al médico.Después de todo, no podíamos tener la seguridad absoluta de que se hallara muerto.podía haber sido un ataque de catalepsia.—¿Sugirió ella semejante posibilidad?—No lo recuerdo.—¿Y fue usted y telefoneó?El tono de la señorita Williams se tornó seco y brusco.—Había recorrido la mitad del camino cuando me encontré con el señor Meredith Blake.Le encargué el recado y volví al lado de la señora Crale.Pensé, ¿comprende?, que pudiera haber sufrido un colapso.y los hombres no sirven para nada en un caso así.—Y.¿lo había sufrido?Dijo la señorita Williams con sequedad:—La señora Crale era completamente dueña de sí misma.Se mostró completamente distinta de la señorita Elsa Greer, que tuvo un ataque de histeria y nos ofreció una escena desagradable.—¿Qué clase de escena?—Intentó atacar a la señora Crale.—¿Quiere usted decir con eso que se dio cuenta de que la señora Crale era responsable de la muerte de su esposo?La señorita Williams reflexionó unos instantes.—No; mal podía estar segura de eso.Esa.ah.terrible sospecha no había surgido aún.La señorita Greer gritó: «Todo esto es obra tuya, Carolina.Tú le mataste.Tú tienes la culpa.» No llegó a decir: «Tú le envenenaste», pero creo que no hay duda de que lo pensó.—¿Y la señora Crale?—¿Hemos de ser hipócritas, monsieur Poirot? No puedo decirle lo que la señora Crale sintió en realidad, ni lo que pensó en aquel momento.Si era horror por lo que había hecho.—¿Parecía eso?—No, no [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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