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.Levantándose Aniquino y yendo al jardín con una vara de sauce en la mano, cuando llegó junto al pino y Egano lo viovenir, y levantándose como si quisiese recibirlo con grandísima fi esta, le salió al encuentro; al cual dijo Aniquino:-¡Ay, mala mujer, así que has venido! ¿Y has creído que yo quisiera o quiero a mi señor hacerle esta afrenta? ¡Seas milveces mal venida!Y alzando el bastón, comenzó a sacudirlo.Egano, al oír esto y ver el bastón, sin decir palabra comenzó a huir, y tras él Aniquino, siempre diciendo:-Fuera, que Dios te dé malahora, mala mujer, que por cierto que mañana se lo diré a Egano.Egano, habiendo recibido dos de las buenas, lo antes que pudo se volvió a la alco ba; al cual preguntó la señora si Aniquinohabía venido al jardín.Egano dijo:-Así no hubiera ido, porque creyendo que eras tú me ha molido con un bastón y dicho las mayores injurias que nunca sehan dicho a una mala mujer.Y así yo me maravillaba mucho de que él te hubiese dicho aquellas palabras con ánimo de haceralgo que fuese en vergüenza mía; sino que porque te vio tan alegre y cordial, quiso probarte.-Entonces -dijo la señora-, alabado sea Dios porque a mí me ha probado con palabras y a ti con obras; y creo que podríadecir que yo soporto con más paciencia las palabras que tú las obras.Mas puesto que tal lealtad te tiene, hay que tenerlo enestima y honrarle.Egano dijo:-Por cierto que dices la verdad.Y basándose en aquello, era de la opinión de que tenía la mujer más leal y el más fiel servidor que nunca había tenido unnoble; por la cual cosa, como luego muchas veces con Aniquino, éste y la señora riesen de este hecho, Aniquino y la señoratuvieron mucha más facilidad de la que por ventura habrí an tenido para hacer aquello que les daba deleite y placer mientrasque a Aniquino le plugo quedarse con Egano en Bolonia.NOVELA OCTAVAUno siente celos de la mujer, y ella, atándose una cuerda a un dedo por la noche, siente llegar a su amante, el marido se dacuenta, y, mientras persigue al amante, la mujer pone en el lugar suyo en la cama a otra mujer, a quien el marido pega y cortaComment: La mujer que engaña allas trenzas, y luego va a buscar a sus hermanos; los cuales, encontrando que aquello no era verdad, le injurian.marido y le hace creer que ha soñadocuando le infligía malos tratos (que hacerecibir a otra en lugar suyo) es un motivomuy difundido en la narrativa oriental Extrañamente maliciosa parecía a todos que doña Beatriz había sido al burlarse de su marido y todos afirmaban que el Panchatantra, Calila e Dimma, Mil ymiedo de Aniquino debía de haber sido muy grande cuando, sujetándolo fuertemente la señora, la oyó decir que él le habíauna noches - y en la medieval europea,requerido de amores.en cada una con características diferentes.Boccaccio lo reelabora aquí muyPero luego de que el rey vio callarse a Filomena, volviéndose hacia Neifile, dijo:originalmente inventando todos losmotivos del engaño.-Decid vos.La cual, sonriendo primero un poco, comenzó:Hermosas señoras, gran peso me incumbe si quiero con una buena historia daros gusto como os lo han dado aquellas queantes han hablado; del cual, con la ayuda de Dios, espero descargarme asaz bien.Debéis, pues, saber que en nuestra ciudad hubo un riquísimo mercader llamado Arriguccio Berfinghieri , el cualComment: Los Berfinghieri eran unarica familia de mercaderes florentinos.neciamente, tal como ahora hacen cada día los mercaderes, pensó ennoblecerse por su mujer y tomó a una joven señora noble(que mal le convenía) cuyo nombre fue doña Sismonda.La cual, porque él tal como hacen los mercaderes andaba mucho de viaje y poco estaba con ella, se enamoró de un joven llamado Roberto que largamentela había cortejado; y habiendo llegado atener intimidad con él, y teniéndola menos discretamente porque sumamente le deleitaba, sucedió (o porque Arriguccio oyesealgo o como quiera que fuese) que se hizo el hombre más celoso del mundo y dejó de ir de viaje y todos sus demás negocios, ytoda su solicitud la había puesto en guardar bien a aquélla, y nunca se hubiera dormido si no la hubiese sentido antes meterseen la cama; por la cual cosa la mujer sintió grandísimo dolor, porque de ninguna guisa podía estar con su Roberto [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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