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.El teniente, enfadado de sumucho hablar y presumir de ejecutoria, le dijo: ''Hermana camera,yo quiero creer que vuestro marido tiene carta de hidalguía con quevos me confeséis que es hidalgo mesonero''.''Y con mucha honra -respondió la huéspeda-.Y ¿qué linaje hay en el mundo, por buenoque sea, que no tenga algún dime y direte?'' ''Lo que yo os digo,hermana, es que os cubráis, que habéis de venir a la cárcel''.Lacual nueva dio con ella en el suelo; arañóse el rostro; alzó el grito;pero, con todo eso, el teniente, demasiadamente severo, los llevó atodos a la cárcel; conviene a saber: al bretón, a la Colindres y a lahuéspeda.Después supe que el bretón perdió sus cincuenta escuti, 25y más diez, en que le condenaron en las costas; la huéspeda pagóotro tanto, y la Colindres salió libre por la puerta afuera.Y el mismodía que la soltaron pescó a un marinero, que pagó por el bretón,con el mismo embuste del soplo; porque veas, Cipión, cuántos ycuán grandes inconvenientes nacieron de mi golosina.»CIPIÓN.-Mejor dijeras de la bellaquería de tu amo.BERGANZA.-Pues escucha, que aún más adelante tiraban la barra,puesto que me pesa de decir mal de alguaciles y de escribanos.CIPIÓN.-Sí, que decir mal de uno no es decirlo de todos; sí, quemuchos y muy muchos escribanos hay buenos, fieles y legales, yamigos de hacer placer sin daño de tercero; sí, que no todosentretienen los pleitos, ni avisan a las partes, ni todos llevan más desus derechos, ni todos van buscando e inquiriendo las vidas ajenaspara ponerlas en tela de juicio, ni todos se aúnan con el juez para"háceme la barba y hacerte he el copete", ni todos los alguaciles seconciertan con los vagamundos y fulleros, ni tienen todos lasamigas de tu amo para sus embustes.Muchos y muy muchos hayhidalgos por naturaleza y de hidalgas condiciones; muchos no sonarrojados, insolentes, ni mal criados, ni rateros, como los que andanpor los mesones midiendo las espadas a los estranjeros, y,hallándolas un pelo más de la marca, destruyen a sus dueños.Sí,que no todos como prenden sueltan, y son jueces y abogadoscuando quieren.BERGANZA.-«Más alto picaba mi amo; otro camino era el suyo;presumía de valiente y de hacer prisiones famosas; sustentaba lavalentía sin peligro de su persona, pero a costa de su bolsa.Un díaacometió en la Puerta de Jerez él solo a seis famosos rufianes, sinque yo le pudiese ayudar en nada, porque llevaba con un freno decordel impedida la boca (que así me traía de día, y de noche me lequitaba).Quedé maravillado de ver su atrevimiento, su brío y sudenuedo; así se entraba y salía por las seis espadas de los rufoscomo si fueran varas de mimbre; era cosa maravillosa ver laligereza con que acometía, las estocadas que tiraba, los reparos, lacuenta, el ojo alerta porque no le tomasen las espaldas.Finalmente,él quedó en mi opinión y en la de todos cuantos la pendenciamiraron y supieron por un nuevo Rodamonte, habiendo llevado asus enemigos desde la Puerta de Jerez hasta los mármoles delColegio de Mase Rodrigo, que hay más de cien pasos.Dejólosencerrados, y volvió a coger los trofeos de la batalla, que fueron tresvainas, y luego se las fue a mostrar al asistente, que, si mal no me 26acuerdo, lo era entonces el licenciado Sarmiento de Valladares,famoso por la destruición de La Sauceda.Miraban a mi amo por lascalles do pasaba, señalándole con el dedo, como si dijeran: ''Aquéles el valiente que se atrevió a reñir solo con la flor de los bravos dela Andalucía''.En dar vueltas a la ciudad, para dejarse ver, se pasólo que quedaba del día, y la noche nos halló en Triana, en una callejunto al Molino de la Pólvora; y, habiendo mi amo avizorado (comoen la jácara se dice) si alguien le veía, se entró en una casa, y yotras él, y hallamos en un patio a todos los jayanes de la pendencia,sin capas ni espadas, y todos desabrochados; y uno, que debía deser el huésped, tenía un gran jarro de vino en la una mano y en laotra una copa grande de taberna, la cual, colmándola de vinogeneroso y espumante, brindaba a toda la compañía.Apenashubieron visto a mi amo, cuando todos se fueron a él con los brazosabiertos, y todos le brindaron, y él hizo la razón a todos, y aun lahiciera a otros tantos si le fuera algo en ello, por ser de condiciónafable y amigo de no enfadar a nadie por pocas cosas [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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