[ Pobierz całość w formacie PDF ]
.Él la miraba con el embelesamientoque se ha dicho, siéndole cada palabra o caricia que le hacía unalanzada que le atravesaba el alma.Ya la dueña había dicho a la gente de casa y a Loaysa laenfermedad de su amo, encareciéndoles que debía de ser demomento, pues se le había olvidado de mandar cerrar las puertasde la calle cuando el negro salió a llamar a los padres de su señora;de la cual embajada asimismo se admiraron, por no haber entradoninguno dellos en aquella casa después que casaron a su hija.En fin, todos andaban callados y suspensos, no dando en la verdadde la causa de la indisposición de su amo; el cual, de rato en rato, 31tan profunda y dolorosamente suspiraba, que con cada suspiroparecía arrancársele el alma.Lloraba Leonora por verle de aquella suerte, y reíase él con una risade persona que estaba fuera de sí, considerando la falsedad de suslágrimas.En esto, llegaron los padres de Leonora, y, como hallaron la puertade la calle y la del patio abiertas y la casa sepultada en silencio ysola, quedaron admirados y con no pequeño sobresalto.Fueron alaposento de su yerno y halláronle, como se ha dicho, siempreclavados los ojos en su esposa, a la cual tenía asida de las manos,derramando los dos muchas lágrimas: ella, con no más ocasión deverlas derramar a su esposo; él, por ver cuán fingidamente ella lasderramaba.Así como sus padres entraron, habló Carrizales, y dijo:-Siéntense aquí vuesas mercedes, y todos los demás dejendesocupado este aposento, y sólo quede la señora Marialonso.Hiciéronlo así; y, quedando solos los cinco, sin esperar que otrohablase, con sosegada voz, limpiándose los ojos, desta manera dijoCarrizales:-Bien seguro estoy, padres y señores míos, que no será menestertraeros testigos para que me creáis una verdad que quiero deciros.Bien se os debe acordar (que no es posible se os haya caído de lamemoria) con cuánto amor, con cuán buenas entrañas, hace hoy unaño, un mes, cinco días y nueve horas que me entregastes avuestra querida hija por legítima mujer mía.También sabéis concuánta liberalidad la doté, pues fue tal la dote, que más de tres desu misma calidad se pudieran casar con opinión de ricas.Asimismo,se os debe acordar la diligencia que puse en vestirla y adornarla detodo aquello que ella se acertó a desear y yo alcancé a saber que leconvenía.Ni más ni menos habéis visto, señores, cómo, llevado demi natural condición y temeroso del mal de que, sin duda, he demorir, y experimentado por mi mucha edad en los estraños y variosacaescimientos del mundo, quise guardar esta joya, que yo escogí yvosotros me distes, con el mayor recato que me fue posible.Alcélas murallas desta casa, quité la vista a las ventanas de la calle,doblé las cerraduras de las puertas, púsele torno como amonasterio; desterré perpetuamente della todo aquello que sombrao nombre de varón tuviese.Dile criadas y esclavas que la sirviesen, 32ni les negué a ellas ni a ella cuanto quisieron pedirme; hícela miigual, comuniquéle mis más secretos pensamientos, entreguélatoda mi hacienda.Todas éstas eran obras para que, si bien loconsiderara, yo viviera seguro de gozar sin sobresalto lo que tantome había costado y ella procurara no darme ocasión a que ningúngénero de temor celoso entrara en mi pensamiento.Mas, como nose puede prevenir con diligencia humana el castigo que la voluntaddivina quiere dar a los que en ella no ponen del todo en todo susdeseos y esperanzas, no es mucho que yo quede defraudado en lasmías, y que yo mismo haya sido el fabricador del veneno que me vaquitando la vida.Pero, porque veo la suspensión en que todosestáis, colgados de las palabras de mi boca, quiero concluir loslargos preámbulos desta plática con deciros en una palabra lo queno es posible decirse en millares dellas.Digo, pues, señores, quetodo lo que he dicho y hecho ha parado en que esta madrugadahallé a ésta, nacida en el mundo para perdición de mi sosiego y finde mi vida (y esto, señalando a su esposa), en los brazos de ungallardo mancebo, que en la estancia desta pestífera dueña ahoraestá encerrado.Apenas acabó estas últimas palabras Carrizales, cuando a Leonorase le cubrió el corazón, y en las mismas rodillas de su marido secayó desmayada.Perdió la color Marialonso, y a las gargantas delos padres de Leonora se les atravesó un nudo que no les dejabahablar palabra.Pero, prosiguiendo adelante Carrizales, dijo:-La venganza que pienso tomar desta afrenta no es, ni ha de ser, delas que ordinariamente suelen tomarse, pues quiero que, así comoyo fui estremado en lo que hice, así sea la venganza que tomaré,tomándola de mí mismo como del más culpado en este delito; quedebiera considerar que mal podían estar ni compadecerse en unolos quince años desta muchacha con los casi ochenta míos.Yo fuiel que, como el gusano de seda, me fabriqué la casa dondemuriese, y a ti no te culpo, ¡oh niña mal aconsejada! (y, diciendoesto, se inclinó y besó el rostro de la desmayada Leonora) [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • lo2chrzanow.htw.pl